Mester de ñerería

por Primo Mendoza Hernández

          ─Do tus pasos os llevan hijín.
          ─Maestrín, voy sin duda alguna a la Villa de Tepito, famosa en todos lares por su vendimia.
          ─¿ Y qué lugar de la Mancha urbana es ése, que mi oreja gacha no ha oído nombrar…? Y ved bien, que sé de eso, puesto que Cruzado he sido, por gracia de los Ejes.
          ─¿Abrase visto, Maese Carnalín de la Barca, que ni siquiera coplas a vuestro sacro oído han llegado?
          ─Nel mi buen Archipeste. Y puesto que sordo he sido, ¡hágase vuestra voz lazarín de mi conciencia en blanco!
          ─Vale carnalín: en una región del DeFeso, cuyo nombre bien recuerdo, mucho tiempo que existe un afamado mercado; preciado regalo de quien, como vos, posee alma chacharera. Lugar bien ponderado, y donde a fe mía, aún cabe el misterio y la sorpresa. Diariamente exponen en grande romería, trabajos y armatostes cientos de hidalgos comerciantes… Esto mesmo a unas cuantas hanegas de tierra do mora el feudo del virrey Gandalín, fiel escudero de la Casa de los Zorros de buena cepa gringorina, y que p’a mayores señas posee en su escudo de armas un águila partida cual pollo de rosticería; y es su noble jobi el cultivo de los botines y la cetrería.
          ─Maravillosa y bien orientada es vuestra descripción. Pero sigue, ya que eres el cronista desta historia de tan singular comarca.
          ─Maestrín, que muestra rarezas volátiles a la exhibición de cualquier ojo aventurero, ávido, y en pos de una ganga. Las maravillas del buen Polo son dignas del buen decir, pues allí, existen como tales.
En mis recorridos a bien he tenido la gracia de encontrar piezas de mecanismos urbanos que yacían extraviadas de tiempo ha; herramientas de ocasión fraterna, molinos de viento desarmables, librajos y tesis de ocasión; citas como la que, al punto, aquí apunto: «la vida es sueño y el despertar: un ñero».
          Si vos andaís de suerte, podeís encontrar yelmos, armaduras de seda para hostiles miradas, mentadas hechizas pa’ los cuates, cadenas reconstruidas para puentes levadizos.
          Novedades del siglo tal como: fermosas prótesis mentales, incógnitas para sesudos amanuenses, bachilleres y doctores, estudiosos de burgos, aldeas, barrios y colonias; solidaridades nuevecitas del ducado francés en preciosos frascos de cuatro onzas y toneles de grande capacidad; diseños novísimos, hechos por los habitantes de la Ínsula de la UAM; autorreconstrucciones de bucaneros efectivos como puntas de ariete y a prueba del tiempo.
          Además, de todo festo, dícese, Maese Carnalín de la Barca que la lengua conoce el Siglo de Oro al incluir el romeancealbur, el soñeto, los silabarios… en fonética que exhala un delicado aroma muy preciado debido a su métrica que sus escribanos, pluma en ristre, de su casa a la esquina, en la vendimia, recogen voces en vuelo pitorreos varios de gran estima y uso vario.
          –Hijín, grande es vuestra sapiencia de tales rumbos de aquel lugar donde decís, que el orgullo alegre ruido hace en morada tal, que úrgeme conocer más do moran tamaños jidalgos, escribanos y gentiles bucaneros.
          ─Señor, que es de admirarse los burgos que habitan. De mucha diferencia de cuantos vuestros oclayos han visto, lo mesmo en las lejanas tierras de la Media Luna, que en las vistas en los alrededores del Santo Sepulcro. Sus caminos terminan en T, y no existe diferencia alguna entre los patios de vendimia y los patios donde las piletas reciben lavanderas.
          Orfebres de sueño, artesanos de gran valía, casi trabajan frente a los peroles con el puchero del día. Su trato es de gran familia, de alcurnia preciada por muchos gentiles. Y en los muros de sus fortalezas, -por los demás comunales-, lucen frescos, envidia de la misma Sixtina. Destos son obra de brochas y pinceles que desgarran el aigre para tomar sus luces, pues los hombres que pintan, parecen detener la historia en un momento, para plasmar sueños y quimeras.
          ─Tal ha sido la riqueza por vos expuesta que ardo en deseos en acompañaros en vuestro camino, do mora el Ñero. ¡Adelante pues Archipeste! Pero antes de ello… Resolved gran duda que llevo…
          ─¡Decidme Maese Carnalín!
          ─¿Podré obtener un comendador adulterado por esos lares?
          –¿Comendadores adulterados que vendan?… No, de cierto sé que ya se vendieron, pero seguro que tengan algunos en catálogo, Maese de la Barca.

*Tomado de Territorios, ganador del primer lugar en el género del Cuento del Certamen Internacional de Literatura Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz 2009.

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