Negro Sol, Parque México y otros poemas de Jorge Valdés Díaz-Vélez

por Jorge Valdés Díaz-Vélez

NEGRO SOL

 

et mon luth constellé

Porte le soleil noir de la Mélancolie.

Gérard de Nerval

 

Nadie nos dijo que sería

fácil andar sobre esta tierra,

que los senderos a la muerte

son un atajo hacia su cúspide,

o que el dolor del alma hiere

las soledades que nos restan.

No hubo advertencia en los antiguos

nombres de la melancolía.

No eran presagio: «bilis negra»,

«tristeza sin raíces», «duelo

frente a una pérdida intangible».

Pesa la tarde en el sentido

de su cancelación. El nuestro

nos lo ha enseñado un sol más duro

y hemos tenido que aprender

a caminar con él a cuestas.

 

 

 

PARQUE MÉXICO

 

Un dulce olor a primavera

entró al crepúsculo sin sombras.

Cuerpos de joven insolencia

van abrazados a otros cuerpos

debajo de las jacarandas.

Han empezado a florecer

antes de tiempo. Morirán

también sus pétalos muy pronto,

memoria en ruinas del verano

su sangre aún por reinventarse.

Pero hoy me muestran su belleza

con certidumbre, la esperanza

del resplandor violáceo y tenue

de su fugacidad perpetua.

Se adelantó la primavera.

Llegó de súbito su aroma

como la luna entre las ramas

y este dolor al fin del día.

 

 

 

TE QUEDASTE

 

Reluciente, con la mirada

puesta en los altos ideales

de una primera juventud,

en el anuario, al fondo, atrás

de la Enciclopedia Británica

y los cuadernos con poemas

de amor oscuro que enmohecen

junto a medallas y trofeos,

al final de la estantería

tocando el cielo raso, allá

entre las páginas dobladas

por las esquinas de tu nombre,

encima de los soldaditos

de plomo, sobre un álbum donde

tímidas manos recortaron

los perfiles de tu nobleza,

debajo del polvo, debajo

del agua inmóvil de los atlas

donde jamás habrás de hallarme.

 

 

 

 

NADIE

 

Para Piedad Bonnett

Volví a Ítaca, a sus médanos

de bruma evanescente, al sol

que la traspasa y a las calles

que mi memoria soñó hermosas.

Degusté el sexo de los higos,

la pulpa de un dátil, el cálido

resplandecer de la aceituna.

Fui un extranjero entre los míos.

Nadie advirtió que tras la máscara

tallada por la espuma, iba

yo, el heroico (ese mendigo

sin sombra que salió una noche

de lágrimas al mar) Ulises,

el pródigo en historias vuelto

del más allá de su leyenda.

Antes que el alba, regresé

a la costa y enfilé al sur.

No reconoceré los muelles

a donde vaya mi deliro.

Sólo sabré que estuve en Ítaca

para reinar sobre mi espectro.

 

 

 

CELEBRACIÓN

 

Escucha la edad que se aleja

detrás de una borrasca y otra,

la ardiente pesantez del mundo

sobre tu corazón; presencia

en la ambigüedad de la hora

que en vano traspasó el umbral,

el sitio que nombraste tuyo

para con él poblar el sueño

que reconstruyes cada día.

Llena la música contigo

y aférrate a la desmemoria

de las huellas que no dejaste,

a los rostros que recorrieron

tus manos, a lo que no fuiste

y que también eres. Tan sólo

por estos momentos recuérdate

sin luto y sin melancolía

entre todo lo que has perdido

en derrota de tus afanes.

Nadie detiene tu caída,

ni el olvido siquiera es tuyo,

ni lo que llamas presente

podrá salvar a tus enigmas.

Oye la dirección del tiempo

sobre los altos muros,

deja que los teclados fluyan.

La fiesta ya empezó. No faltes,

alguien pronunciará tu nombre

y con un movimiento en falso

apagará todas las velas.

 

 


Jorge Valdés Díaz-Vélez

Torreón, Coahuila, México, 1955.

 

Poeta, humanista y diplomático, ha publicado diecisiete libros de poesía.

Se le han otorgado el Premio Latinoamericano Plural (1985), el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (1998), el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana (2007) y el Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado, en la primera edición del certamen (2011). Ha sido traducido al árabe, francés, griego, italiano, portugués, neerlandés, rumano e inglés.

 

Parte de su obra está incluida en numerosas antologías de poesía mexicana e iberoamericana publicadas en México y en otros países de América Latina, así como en Bélgica, España, Reino Unido, Italia, Grecia y Marruecos. Es consejero editorial de diversas revistas universitarias y miembro distinguido del Seminario de Cultura Mexicana. También ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

 

Como miembro de carrera del Servicio Exterior fue director del Instituto de México en España y del Centro Cultural de México en Costa Rica, países donde además se desempeñó como consejero de cooperación cultural. Trabajó también en las embajadas de México en Argentina, Cuba, Marruecos y Trinidad y Tobago, y en el Consulado General en Miami, Florida, Estados Unidos de América.