Un bestiario testimonial

por Alfonso Sánchez Arteche

“En mi frente/ rompe el mar/ su temblor de peces” y “los pájaros rehacen en sus picos/ el sabor a pitahayas”. Parafraseando a Carlos Pellicer, podría decirse que el trópico le dio a Eduardo Cerecedo las manos llenas de color para asolear con imágenes el pulso trepidante de la fauna silvestre, desde que se amanece el día con “tordos posados sobre el alba” y “adormilados talan el bosque con sus alas” hasta que “en el acantilado de la tarde/ un chénchere picotea al arroyo/ su corriente temblorosa”.

Un mimetismo esencial funde en su arte poética las trepidaciones, los ruidos y el cromatismo de la selva con una textura emocional cimbrada por las sensaciones: “Tiembla al reptar por mis venas/ ahora la iguana de mi infancia”. La iguana, “raya de agua que el monte bebe”, la iguana que  “con velero de garzas en las charcas (…) busca el agua/ y la higuera/ su verdor”. En la verdumbra de su celosía ancestral, Cerecedo percibe “la oropéndola más encendida que el día./ Los papanes más lentos que el mes./ Los pericos más verdes que el arroyo”. Y desde ese mirador –“el día se divisa como isla entre milpas”-, el ojo avizor se dispone a “dibujar el agua para que el pez/ haga de su cuerpo/ el brillo del anzuelo/ un filo apenas”.

Trópicos III simula el gabinete de naturalista dispuesto a compartir el asombro ante lo maravilloso cotidiano de criaturas acuáticas, aéreas, terrestres o esféricas que salpican, agitan, hienden o abrasan el plexo solar de las regiones equinocciales: “A lo lejos suena el mar/ como si hirviera la cazuela/ de jaibas en la lumbre”, si no es que “tábanos/ para que huya el sol/ de los tejados/ y avispas en las horas/ que guinden su panal/ del aire”, o, en fin, “el trópico riega su tibieza en jicotes de amarillo/vuelo./ Aquí en la rejoya de los grillos/ cae la luz/ sin más peso que el otoño”. Eduardo Cerecedo, con fe notarial, vuelve tangible la vida desapacible de lo que, aún en la aparente quietud de sus sobrevivencias y mutaciones, hace acto de presencia en lo que aún nos queda de salvaje, de auténtico.

Trópicos III, Zoología poética, poesía para niños, Eterno Femenino Edicones, 2016.

Toluca, Estado de México. Primavera de 2016.