Joker 2019

por Alba Laura Bojórquez

Es difícil hacer una reseña para una película tan vista, y tan reseñada. ¿Qué no se ha dicho sobre éste éxito de taquilla? Me centraré en algunos aspectos que aún no he leído o visto, y que creo deberían considerarse.
         Vemos en el personaje del Joker, que su condición mental, familiar, y social vulnerada está entrelazada con la maldad social, es decir con la enfermedad social, puesto que la sociedad también se enferma. En una escena donde el Joker parece estar logrando el sueño de su vida al ser el invitado del show de televisión favorito, pronuncia un discurso bien articulado y coherente antes del resultado que vemos en seguida “¿Qué les pasa? ¿Por qué son tan groseros y desconsiderados?” Ese es el punto, que a lo largo de la película, el personaje del Joker va sorteando su destino con limitaciones, pero también con coherencia, con compromiso, con consideración hacia los que le rodean, incluso con amor. De la historia de su madre y el secreto sobre su origen, se produce el quiebre emocional de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix). En alguna parte le dice a la trabajadora social que lo entrevista regularmente para darle el pase a su tratamiento psiquiátrico, que no ha sido feliz un sólo momento de su vida; lo cual tampoco es cierto, pero él ve su amargura como un todo que le carcome.          Aunque la película es una sucesión de aciertos con sus bien logrados clímaxs, hay una que otra escena pasada de chantaje emocional que raya en lo artificialmente melodramático.
La enfermedad de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), es junto con la locura de la Ciudad Gótica de Nueva York un dislate de vida del que hay que reírse. La risa patológica de Arthur Fleck es retar a lo absurdo que vive impunemente, es personificarse bajo un maquillaje donde la suerte adversa pueda ir dando paso a la venganza, a la resistencia social, a un espacio donde los Arthurs Fleck de la ciudad dejen de ser ignorados y dejen de ser blancos de la marginación. Entonces surge una risa distinta con el antihéroe en el proceso de empoderamiento, cuando sus debilidades serán la raíz de la fortaleza de un villano.
          Resalta la selección de la música que va acompañando, que va dando el tono de tristeza, pero también de frivolidad y frialdad que impera en esta cinta, que tiene mucho de tono gore.
          Sin duda vemos en Joker el nacimiento de un nuevo clásico del cine. Joaquin Phoenix viene de tres trabajos excelentes: No te preocupes, no irá lejos (2018), Los hermanos sisters (2018), pero especialmente I’m still here (2010) que se puede considerar un muy bien logrado experimento social llevado al cine. Por lo que no sólo vemos madurez y maestría en Joaquin Phoenix para el momento de ponerse los zapatos del payaso triste, sino también una madurez en la selectividad de sus proyectos. Es en ése sentido que Joaquin es el actor clásico del cine de estadounidense quien después de subvaluarse a sí mismo por años, comienza a creer en la actuación como un arte donde puede aportar no sólo a hollywood, sino al mundo de la creación una obra digna y fuerte. El salto de calidad también se lo reconocemos al director Todd Phillips, quién logra convencer a los estudios Warner Bros de hacer una película arriesgada hasta mostrar que es viable despojarse del mensaje maniqueo de los buenos versus los malos, de la que pecan las sagas de superhéroes. Es por ende que el Joker, junto a Spiderman, El nuevo universo (2018) son películas de súper héroes que abren una puerta para que otros personajes entrañables del gran público nos relaten aquellas historias aún no contadas y que sean relatadas de modos diversos. Tal vez sea porque especialmente Marvel ha decidido no conformarse con el poder que ya tiene en la recaudación en taquillas, y se ha propuesto conquistar las alfombras rojas.
          El guión logra también ciertas lagunas necesarias para que el mismo espectador aporte lecturas diversas y enriquecedoras, por ejemplo el final de la película, aparentemente inconexo con la historia previa, y las historias que ya se han contado del Joker pareciera señalar que toda la historia hubiese sido como un sueño y un delirio colectivo que pasó en un tiempo fuera del tiempo, en un lugar de la locura masiva, en esa coraza que nos protege de la realidad, y que Todd Phillips, y Joaquin Phoenix nos han ido tejiendo como una enorme salida falsa, tal como si se tratase de un truco del mismo Joker.

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