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Entrevista a José Kozer

por Denise de León

  1. Escribir poesía: ¿es una tentación o una necesidad?
  2. ¿Cómo se le presentan los poemas a José Kozer? ¿Cuándo comenzás a dibujarlos y cuándo sabés que están terminados?
  3. Siempre decís que vos no escribís libros, sino que habitás un único y extenso poema. Esa organicidad, esa carnadura de tus poemas ¿es algo premeditado?
  4. ¿Cómo ubicás tu producción en el contexto de la poesía latinoamericana actual? ¿Quienes serían tus “parientes” literarios por decirlo de alguna manera?
  5. Naciste en Cuba, en el seno de una familia judía, pero te fuiste muy joven y podríamos decir que pasaste la mayor parte de tu vida armando las valijas y viajando…¿Qué opinás entonces de la sentencia del escritor jujeño Hector Tizón acerca de que la historia de cualquier hombre es, en realidad, un largo rodeo alrededor de su casa?
  6. El lenguaje es uno de los grandes temas de tu poesía ¿Cómo fue vivir entre los sonidos del inglés y, sin embargo, optar por escribir toda tu obra en castellano?
  7. En un poema de juventud escribiste: “He sentido un miedo grande de leer a Neruda/Ahora me tengo que apretar la faja/Me tengo que poner de pie con la piel estirada/También tengo que alzar mi voz desgañitada de poeta/ Y fracasar, fracasar, fracasar”. ¿Qué significa hoy para vos haber obtenido el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda?

1. Escribir poesía, acto casi cotidiano y natural en mí, no participa de la tentación ni de la necesidad: puedo vivir sin escribir poemas, pescaría o leería pescando, y puedo vivir alejado del concepto de la tentación, que recuerda demasiado ideas de pecado y de una moralina que detesto.

2. Desde hace décadas surgen de mañana, bastante temprano, luego de un desayuno frugal (un crítico decía que la mayor parte de mis poemas ocurren entre el alba y el mediodía): yo no los dibujo ni desdibujo, se hacen solos y en solitario, y llegan en su decurso en cuanto poemas a un punto en que mi intuición establece que han terminado. Suelto el bolígrafo y me alejo.

3. Fui descubriendo poco a poco, tal y como se desgranan las espigas de trigo o las mazorcas de maíz, que yo no escribía libros (no los planeaba ni anticipaba) sino que poema a poema iba conformando un solo libro, mi personal libro mallarmeano, mi pequeña y prolífica Biblia, idea que cuajó en mí hace ya bastantes años y a la que me atengo. A la fecha tengo en mi haber 9350 poemas, quiero alcanzar la cifra diez mil, dejar de hacer poemas, y hasta el día de mi muerte, hacer un último y continuo poema que se corte cuando la enfermedad o la muerte manden.

4. Vengo de un largo proceso de “parientes literarios” que arranca de Lorca, Vallejo, Parra, algo de Neruda, y pasa luego por todos los libros que he leído y leo día a día (son mi verdadera fuente de escritura, de su materia en parte salen mis poemas): esos parientes, ya no en lengua española, también son Brecht, Ajmatova, Blok, Vladimir Holan, Zbigniew Herbert, Trakl, Nerval, y claro, los Simbolistas franceses, algún que otro Parnasiano, Lorca en sus diversas fases, y muchos más.

5. Concuerdo con Tizón, al menos en mi caso, la casa es la fuente, el fons et origo de los latinos, es el Voyage autour de ma chambre. Decía Neruda que para qué viajaba si siempre hacía lo mismo: escribir poemas. Me apunto: ése es por igual mi caso. Llego a un lugar, desempaqueto las maletas, y ya estoy tumbado leyendo, ya me está llegando de algún recóndito espacio, la primera palabra de un poema nuevo. A mi mujer Guadalupe siempre la hago reír cuando le digo que estoy loco porque llegue el día del próximo viaje para tumbarme en la cama de un hotel a leer.

6. Son cincuenta y dos años fuera de mi país, es decir, alejado del idioma materno, y “asediado” todo el tiempo por el inglés, que amo y que cordialmente integro como segunda lengua a mi sistema circulatorio. Todo esto implica una larga pugna entre dos idiomas queridos: el que prima (el español) y el que busca usurpar el sitio del original (el advenedizo inglés). El inglés lleva en esta lucha las de perder, ya que escribo poesía y no prosa (cuento o novela) y la poesía se suscita casi siempre y en todos los poetas en el idioma mamado en el seno materno. La historia de la escritura lo demuestra, en poesía no tenemos un Nabokov o un Joseph Conrad.

7. Se trata de una tranquila alegría. Por un lado, mis dos hijas están contentas porque saben que papá les va a dar parte de la plata, y con todo gusto. Por otro lado, me satisface que esta vez, caso poco frecuente, se premie una poesía otra, la densa y ensortijada, la poesía barroquizante, y no la eterna y dichosa poesía de la transparencia y de lo episódico “realista”. Aclaro, en ambos campos, que no son en blanco y negro ni enemigos, hay magníficos expositores de la poesía, y bravos y hermosos poetas.

Poema de José Kozer

 SATORI 

La luz incide (punto de origen, la claraboya)

       diagonal en la manzana

       (aclaración, la manzana

es de cera).

Soy yo quien ve que la luz incide diagonal,

       y de paso veo que incide

       en la manzana, ocurre

       que la manzana es de

       cera, está percudida,

       y dado el caso no se

       vuelve más ni menos

       comestible.

Cera, queda claro, no es manzana: manzana

       no es ideograma, no es

       luz la manzana, la luz

       o su ideograma no

       inundaron la claraboya:

       se concentraron en una

       diagonal, no incidieron,

       irrealidad de estos

       y por absurdo que

       parezca dada la

       hechos, la percepción

       mediante los sentidos,

       me acerca a la mesa,

       ahí la mondo, la huelo,

       le doy el primer mordisco,

       y a la vez que mastico

       con la palma de la mano

       (para más información,

       la izquierda) me limpio

       las comisuras de los

       labios.