Esta película es la adaptación de un cuento del conocido escritor japonés Haruki Murakami, cuento traducido al inglés como Bad burning (El incendiario malvado).
La historia se centra en tres personajes jóvenes. Uno de ellos, Jong Su (Yoo Ha in), se conduce con mucha inseguridad en si mismo, y se enamora de Hai Mi (Jeon Jeng Seo), una joven quien lo aborda recordándole que se conocen de la infancia, pues fueron vecinos, e iban mismo colegio. El personaje de Hai Mi se puede describir como un espíritu libre, que no sigue convenciones, ni en sus gustos, ni en cómo toma la vida. Por lo que su comportamiento está en la línea entre muy imaginativa, o una mujer mitómana; según se quiera ver. El tercer personaje Ben (Steven Yeun) es oscuro e inquietante, pues pese tener una vida social muy activa, hay cosas que le confiesa a Jong Su que son perturbadoras, y otras que parece no confesarle, pero que Jong Su va descubriendo cuando de modo obsesivo lo sigue a la distancia por varios días, pues no da con el paradero de su amada Hai Mi.
Los trabajos del realizador Lee Chang Dong, especialmente los dos anteriores (Poetry, y Oasis), lo han convertido en un director de culto. La poesía que imprime en sus películas es uno de los sellos que lo caracterizan. Virtud que sin duda encontramos en Burning, especialmente en varias escenas de Hai Mi.
Burning obtuvo el premio FIPRESI en el festival de Cannes; y la película se ha seguido exhibiendo por la reputación de su realizador. Incluso Netflix la adquirido para su catálogo.
La crítica en general ha dicho que la película es ambigua; sin embargo creo que Burning es del tipo de películas que esperan un espectador muy observador que no pierda de vista los breves detalles que pasan en pantalla. Por ello la película también se considera un thriller.
Burning como toda buena cinta crea varias lecturas posibles. Las pocas escenas donde se ve la frontera con Corea del Norte, con los altavoces que trasmiten las 24 horas propaganda comunista, se vuelve una metáfora de aquellas fronteras del pasado que los personajes van atravesando, hasta la escena final del climax; la que debo calificar de inesperada.
Es una historia también sobre los lazos rotos entre padres e hijos, y algunos patrones de conducta que estos repiten inconscientemente. Rupturas que de algún modo dejan a esos hijos en una zona de aparente libertad, pero que se traduce paralelamente en un estado de vulnerabilidad o desarropo social.
En la entrega del mencionado premio de Cannes, el director Lee Chang Dong, definió a su película como “Una historia entre lo real y lo irreal”. La atmósfera de Burning sin duda es justamente esa.