Poemas

por Israel González

LOS AUSENTES

(“Los ausentes”, Nicolás Pereda, México, 2014)

 

Estoy solo y viejo.

No sé si tuve hijos,

pues nadie viene a verme.

Nací y crecí con el rumor del mar

pegado a mi oreja.

Mis padres me llamaron Gabino.

Vivo, desde no sé qué tiempo remoto,

en esta casa hecha con tabique, madera y lámina,

alejado de todos y más cercano que nadie al mar.

De repente veo cómo los niños que éramos

corremos hacia la playa con nuestras tablas de surfear

y yo me lastimo una oreja y comienzo a sangrar.

El otro día había chivos y yo cerraba el corral

justo antes de que la noche nos vendara los ojos.

Nadie viene a verme.

Con nadie hablo.

Mis manos hacen la limpieza de la casa

y lavan la ropa y preparan la comida

y acarician a la compañera pistola.

Mis pies descalzos conocen la sal del mar.

Mi cuerpo desnudo sabe transformarse en ola.

El sol y la vida arrugaron mi piel y empequeñecieron mi cuerpo

que un día de éstos perderá el único techo que tenía

y se irá a vivir sus últimos días quién sabe a dónde.

 

LA ARDILLA

 

Emerge

de su cola

saltarina,

esponjada,

como un pedazo de árbol

que corre presuroso

-bellota entre las manos-

arriba de los troncos y el follaje

del parque cotidiano.

 

TUXTLA

 

Las palomas se cuecen

con el sol de las cuatro.

Cuando se vaya el día

seremos el platillo

que comerá la noche.

 

UNA MUJER AZUL

 

Una mujer azul,

por la ventana de su casa de adobe,

mira pasar el río azul,

en la tarde de ramas apacibles.

 

A la vera del agua,

las garzas empiezan a juntarse

en el verde y tupido follaje de los árboles:

Su blancura cristalina refresca la mirada,

su rumor sin descanso alborota el paisaje.

 

En el patio, a su espalda,

los zanates picotean los últimos

residuos de luz de ese día quemante.

 

 

SIN PAISAJE

( 1 )

 

El único paisaje

del enfermo es el dolor,

su cuerpo abandonado y solo.

 

Mientras afuera

la vida celebra la alegría de la luz,

el enfermo oye sus vísceras,

siente cómo los procesos biológicos

se consuman en él y cómo

poco a poco sus venas lo

estrangulan.

 

Quizá no haya mañana.

Pero no importa.

Ya nada importa.

 

 

Israel González (Chiapa de Corzo, Chiapas, 1961). Realizó estudios de licenciatura en Letras Latinoamericanas en la Universidad Autónoma de Chiapas y de maestría en Literatura Mexicana en la Facultad  de Filosofía y letras de la UNAM.

Es profesor de educación primaria por la Escuela Normal Rural Mactumactzá. Impartió clases de literatura, de septiembre de 1986 a febrero de 1990, en el Área de Humanidades de la UNACH. Ha coordinado talleres de creación literaria. Ha sido profesor de literatura en diversas instituciones públicas y privadas de nivel medio y medio superior. Ha publicado en diarios y revistas de circulación nacional.

Formó parte, entre otras, de las antologías Poetas de Tierra Adentro, III; Árbol de muchos pájaros; Animales distintos, muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en los sesentas; La piel y su poesía y Universo poético de Chiapas.

Ha publicado los siguientes títulos de poesía: Juego nocturno, Adán sin paraíso (2ª edición, versión electrónica, 2009), Agua en reposo, Hojas volantes, Lunas áridas, Callejón con salida al mar, Dicha tuerta, Circuito descompuesto, Río cósmico, Poema vegetal, Pintura oral, Del Río Sabinal y otras aguas, Poemas sueltos, Los mampos, Un hombre de a pie, Poemas de la canícula y Los días enfermos. Además de poesía, escribe ensayos y relatos breves.

Es profesor de Lengua y Literatura en la preparatoria José Revueltas del Instituto de educación Media Superior del Distrito Federal. Colabora para el blog de Trajín literario con la columna de cine y literatura Travelling.