ISHMAR
La manera de peinarte desnuda
ante el espejo húmedo del baño,
de apresar en la palma tu cabello
para escurrir el agua y agacharte
en medio de palabras que no entiendo;
el acto de secar tu piel, la forma
de sentir con las yemas una arruga
que ayer no estaba, o de pasar la toalla
por la pátina oscura de tu pubis;
el modo de mirarte a ti contigo
tan cerca y tan lejana, concentrada
en una intimidad que a mí me excluye,
son gestos cotidianos de sorpresa,
ritos que desconozco al observar
las mismas ceremonias que renuevas
al calor de tu cuerpo y que dividen
un segundo en partículas: espacios
donde la vida expresa su sentido
posible y que se afirman al peinarte
desnuda en las mañanas, como un fruto
que yo contemplo por primera vez.
EX LIBRIS
He vuelto a releer aquellos versos
que hablaban del amor y que leímos
la noche en que ardió Troya y nos perdimos
al fondo de sus negros universos.
He oído en cada página los tersos
acentos de tu piel donde creímos
haber bebido al sol en sus racimos
y al mar que reflejaba en sus diversos
murmullos nuestro ascenso al precipicio.
Se puede oler la luz de esos momentos
al tacto de un doblez. Queda un indicio
debajo de las líneas subrayadas,
un hálito de ti, tus dedos lentos
abiertos en esquinas despobladas.
INSCRIPCIÓN
Para Héctor Carreto
Tus ojos, Lesbia, el agridulce
combate a ciegas de la lengua
que es tu victoria y mi derrota,
serán futuros himnos, trazos
en una lámina de mármol
de los altares de Afrodita.
Pero el sabor a campo abierto
en la batalla y, más aún,
este gemido que se escapa
tras el fragor de la contienda
me pertenece, aunque sea tuyo
su territorio al fin del día.
NATURALEZAS VIVAS
Duermes. La noche está contigo,
la noche hermosa igual a un cuerpo
abierto a su felicidad.
Tu calidez entre las sábanas
es una flor difusa. Fluyes
hacia un jardín desconocido.
Y, por un instante, pareces
luchar contra el ángel del sueño.
Te nombro en el abrazo y vuelves
la espalda. Tu cabello ignora
que la caricia del relámpago
muda su ondulación. Escucha,
está lloviendo en la tristeza
del mundo y sobre la amargura
del ruiseñor. No abras los ojos.
Hemos tocado el fin del día.
HABITACIÓN 325
De súbito me sales al encuentro,
resucitada y con tus guantes negros.
Ramón López Velarde
Entre ruidos inciertos, casi al ángelus,
volví a soñar el oro de Venecia:
piedras edificadas contra el musgo,
plazas que se resbalan al nombrarse
como un ebrio recuerdo de muchacha.
Soñé su cabellera bajo el agua,
su vestido de fiesta y el susurro
de aquellos guantes negros, dos tizones
que asfixiaron mi vigilia. Subía
por los tenues canales de la aurora
un cántico de amor enloquecido,
una gasa de niebla y soledad.
Lloviznaba. Debajo de los puentes
jadeaban las tinieblas y en el sueño
se extinguieron las lámparas. La noche
era un rescoldo líquido en sus manos
satinadas, un estruendo de luces,
un mástil hacia el fondo su agonía.
Jorge Valdés Díaz-Vélez
Torreón, Coahuila, México, 1955.
Poeta, humanista y diplomático, ha publicado diecisiete libros de poesía.
Se le han otorgado el Premio Latinoamericano Plural (1985), el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (1998), el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana (2007) y el Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado, en la primera edición del certamen (2011). Ha sido traducido al árabe, francés, griego, italiano, portugués, neerlandés, rumano e inglés.
Parte de su obra está incluida en numerosas antologías de poesía mexicana e iberoamericana publicadas en México y en otros países de América Latina, así como en Bélgica, España, Reino Unido, Italia, Grecia y Marruecos. Es consejero editorial de diversas revistas universitarias y miembro distinguido del Seminario de Cultura Mexicana. También ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Como miembro de carrera del Servicio Exterior fue director del Instituto de México en España y del Centro Cultural de México en Costa Rica, países donde además se desempeñó como consejero de cooperación cultural. Trabajó también en las embajadas de México en Argentina, Cuba, Marruecos y Trinidad y Tobago, y en el Consulado General en Miami, Florida, Estados Unidos de América.