México: Periódico de Poesía, No. 86, Febrero 2016
Al releer uno de los primeros libros de María Auxiliadora Alvarez, Ca(za), pero también en Cuerpo, el lector siente una fuerte, potente, relación con el lenguaje; poesía y lenguaje son ya desde el inicio una semilla que germina y produce una transformación en la manera de percibirse a uno mismo y en la forma de percibir todo aquello que late en la cercanía. Una conciencia del lenguaje anterior al habla, una marca que se hereda, una revelación en el camino de la mística que tanto ha vivido la poeta, un dibujo de fuego, un mandala, o puede que hasta podamos descubrir a Hildegard von Bingen en su anchuroso encierro.
Una búsqueda sin fin hacia lo más íntimo y que desde la materia perecedera alza un grito que quiebra la señalada dirección de la identidad. Una transfiguración que nos lleva, por supuesto, también, a un mundo pictórico, y podemos nombrar a El Greco, a Pontormo, en su pensada elevación, iconos de Andrei Rublev, o algunos pintores expresionistas alemanes. Escritura con un poder matérico, una tabla de color que va desollando el alma.
En este nuevo libro, Piedra en : U:, María Auxiliadora Álvarez sigue buscándose en ese sentido, de manera menos urgente, pues como se va descubriendo a medida que se escribe y pasa el tiempo, la urgencia del inicio, ese grito, esa llamada, se va decantando hasta dejar solo un ligero soplo que sólo escucha aquel que se hunde en su propia asfixia, y se acerca a la poesía ya casi sin voz, en peligro inminente, como la terrible imagen del perro de Goya que tanto ha dado que hablar a los psicoanalistas.
Se comenta hasta la saciedad que el significado del poema consiste en restablecer el silencio. Regresar al punto de partida, donde las palabras aún no han sido ensuciadas o enturbiadas por la manipulación del lenguaje lógico, y recoger así su decantado peso. Si esa es la ardua tardea del poeta, María Auxiliadora Álvarez lo logra, lo consigue desde su deslumbrante comienzo, en Caracas, en la década de los 80, hasta convertir el desprendimiento y la liviandad en un auténtico renacer.
¿Qué se puede decir al leer Piedra en : U:? ¿Qué añadir, qué aportar? Poco, pues estos versos cortos y fulminantes encierran todo el sentido, todo sentido posible, todas las preguntas. Qué es la poesía, la escritura, la vida del poeta. La poeta en este caso se alimenta de lo que siente, su nutrición, su sustancia vital, el maná que llega en el último momento está ahí, al que recurre cuando es necesario. Y vemos en estos versos:
Para que / un día / esa piedra en : U: / de la lengua / congelada / pudiera / alimentar / otra vez / tal vez / al parlante / sobreviviente
A todo lo dicho podemos añadir que la poesía en la obra de María Auxiliadora Álvarez no es un cúmulo de acontecimientos, más bien a medida que se lee descubrimos una secuencia de visiones. Es esencia y símbolo, y no se trata de la corriente que trabaja con el simbolismo, no va por ahí, es ante todo un tiempo mucho más largo, que va de las cosas a su significado intrínseco, a su símbolo, abandonando la palabra, me atrevo a decir, abandonar el medio de expresión, para alcanzar el grado de confianza pleno en el hecho creativo.
La sugestión, la intuición, la impresión que se logra transmitir, su capacidad de alejarnos de lo evidente para ver qué hay detrás. Allí donde aparentemente no se dice nada es donde empieza a investigar la poeta. Expresar lo menos posible e intentar sugerir lo máximo, y así vemos estos versos:
Una ciénaga / oscura / rodea ahora / el canal / que cruzaste / Es la región / abandonada / por el no.
Escarbar en la oscuridad y ser capaz de descubrir, es una tarea que no todos logran, sí María Auxiliadora Álvarez, en Piedra en :U: su nueva publicación, y libro fundamental en su intenso trabajo de aclaración, de búsqueda de ese resquicio de luz que nos permite vivir un poco mejor, en un ápice de sentido.
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