Distinguimos tres claras vertientes en la palabra poética de Eduardo Cerecedo: un poderoso empeño analógico, el diálogo fecundo y amoroso con la naturaleza y una admirable concisión que permite de manera paradójica potenciar el poder sugestivo de la voz lírica: “La madrugada nos golpea con los trenes/de niebla que fabrica el sueño”. La respiración y el tono poéticos crean una atmósfera de admirable plasticidad que induce al lector a evocar escenarios y a sentir, como una presencia oblicua, la voz del mar, el susurro del agua cadente (en los dos sentidos que esta palabra convoca) y el latido de las manos de Dios en sus pasmosas versiones cósmicas: “Al centro de la ventana se hunde el gran árbol del día”. La otra visión de la poesía de Condición de nube es la percepción elástica del fluir temporal, como ocurre en el poema “Fronda”: “Alzo la vista, desenmaraño el día/para tensar lo desvanecido del instante”.
Condición de nube confirma y fortalece la trayectoria poética de Eduardo Cerecedo: un río verbal escrito bajo la clara sombra, como diría el poeta, de la meditación y del silencio.
Eduardo Cerecedo, Festejar la ruina, EFE, 2012. Premio Internacional de Poesía
Bernardo Ruiz 2010.