El gusto que tengo por el cine viene en gran medida de la película 2001, Odisea del espacio de 1968 del director Stanley Kubric. Entre algunas de las actividades que le dediqué a dicha cinta fue haber acudido en 2001 a una exhibición comentada de la película con el ingeniero a cargo de los proyectos para el espacio exterior de la UNAM. En la misma él como experto explicó un par de escenas que aparecen a cuadro, pero que no son viables en la realidad; por ejemplo, cuando el astronauta David Bowman (Keir Dullea) ingresa a la nave de manera forzada, pues Hal, la computadora, le impide el acceso. En dicha escena el astronauta no lleva puesto el casco de su equipo, y sin ésa protección, en un ambiente sin gravedad, la cara se hubiese hinchado hasta reventar. Hacia las estrellas muestra varias escenas que no corresponden con el rigor de la realidad física; es el caso de una pelea entre varios astronautas suscitada al interior de una nave, justo al momento del despegue, cuando sabemos que deben estar completamente sentados en posición horizontal respecto al piso para poder tolerar la fuerza de impulso de los motores. Aunque esos detalles pasan inadvertidos por el grueso del público, y por ello tal vez los realizadores no invierten en asesores especialistas, se les olvida que el público más fiel al género es justamente el más informado. Viene al caso, aunque no sea de Ciencia Ficción, la anécdota de la película Titanic que cuando fue vista por Neil de Grase, jefe de astronomía de la NASA, mandó una nota a James Cameron explicándole que las estrellas que se veían en la película no eran posibles pues en ese año no eran visibles desde La tierra. Cuando en 2011 se reestrenó Titanic en 3D, James Cameron ya había corregido el cielo nocturno del día de la tragedia, pues quería que ese gran experto de la NASA disfrutara su película.
Hacia las estrellas deja también huecos argumentales inexplicados que vulneran también la verosimilitud de la obra. ¿Cómo una radiación provocada por una nave que lleva treinta años varada en la órbita de Saturno, puede llegar hasta La tierra sin disiparse en el camino? En ello se presupone que la posición de Saturno estuviese permanentemente alineada con la de La tierra, lo que es imposible.
Con algunos tintes de thriller psicológico, Hacia las estrellas es una película narrada en primera persona que aborda el tema de la búsqueda del padre, y el desapego tortuoso posterior a cumplir el último deseo de ése padre. Es en ello que el espectador debe esperar su disfrute, en los pincelazos calculados de buena interpretación de cada personaje. Uso el término calculado, pues Brad Pitt como productor de la cinta fue a lo seguro en la elección del elenco. Toma de Jinetes del espacio del 2000 a Tommy Lee Jones, y a Donald Sutherland, quien apenas matiza el papel que tanta simpatía produjo en aquella película; y repite también el final de la misma con el personaje Haw Hawkins (Tommy Lee Jones) quien toma la decisión de vivir en la soledad del espacio exterior. Con la temática ya explicada surge la oportunidad de recomendar ampliamente una miniserie de ciencia ficción: La tierra errante de factura china (que se puede encontrar en el catálogo de Netflix), donde también abordan el drama padre-hijo, la distancia física y la de sus lazos, con una historia de fondo de heroicidad por la salvación de la tierra. En Interestelar del 2014 vemos el mismo conflicto parental y la heroicidad con el matiz de que la relación que se pone a prueba es entre padre e hija.
En Hacia las estrellas, vemos el acierto de Brad Pitt de adjudicarse para sí mismo el papel principal del personaje de Roy Mac Bride a quien le vemos el deterioro mental por agotamiento y aislamiento espacial. Pitt nos dejan ver sus mejores dotes actorales, tal como lo logró en 12 monos de 1995. La línea invisible entre la locura y la cordura que apenas un lejano y pálido rayo del sol puede traer hacia un final feliz. Locura que parece casi ineludible es la que pueden padecer los astronautas. Eso lo vimos (de nuevo) en Interestelar en el personaje del Dr. Mann que interpretó Mat Demon.
El tiempo en que se desenvuelve la acción de Hacia las estrellas es el del futuro próximo donde la luna es una colonia y un territorio al estilo del viejo oeste, una tierra sin ley, pero ultra tecnificada. Por otra parte, tal vez el realizador James Gray debió tomarse la molestia de cubrir el tiempo estándar de un largometraje de dos horas diez minutos, pues son apenas probaditas las escenas que nos dejan ver la majestuosidad de los cuerpos celestes en un viaje por casi todo el sistema solar. Hoy la NASA ha liberado gran cantidad de imágenes de sus archivos, y no usarlas suficiente en una película como Hacia las estrellas es un desperdicio.
Digamos que los que tenemos el gusto muy arraigado por el cine de Ciencia Ficción nos quedó a deber bastante la cinta en cuestión; no así para el público en general, quien con el drama sufre y suspira de alivio desde su butaca.
Hacia las estrellas
por Alba Laura Bojórquez