Hay títulos de libro afortunados. Lo son porque de manera muy eficaz resumen lo que es el mundo interno de la obra. Así con Infierno para dos, lo más reciente en cuento de Agustín Monsreal (Yucatán, 1941). Porque, en efecto, el autor explora el muy elevado número de maneras en que una pareja puede estropearse la vida. El infierno del título. Por tanto, nos encontramos ante un libro sumamente unificado por su tema. Diríamos que, en ocasiones, demasiado unificado por su tema, ya que en este o aquel punto las variantes entre un cuento y otro parecen mínimas.
En los 19 textos que dan cuerpo al volumen, la idea conductora es muy sencilla: basta que dos personas se unan con intenciones amorosas para que, de inmediato, surja la imposibilidad de unión. Cada uno de los 19 eslabones ejemplificó una de esas 19 imposibilidades, de modo que se va cubriendo una gama abundante de situaciones y de ironía necesaria en un texto: “Dame una mujer y moveré al mundo.” De esta manera, se va por el libro de Monsreal con una sonrisa de complicidad en los labios.
Otro aspecto por subrayar es que, si bien fijados en una cotidianidad abrumadora, algunos cuentos permiten el paso a otra dimensión, a una especie de mundo insólito en el cual otro orden de cosas parece gobernar: tener el corazón en un lugar indebido, pertenecer al mundo de la locura, el inventar un delito para conservar una relación. Dicho esto, agreguemos que lo insólito sirve, justamente para subrayar la grisura de lo cotidiano. Así, los cuentos de Monsreal son una crítica a la capacidad de aplanamiento que dicha cotidianidad manifiesta.
Y ahora, la escritura misma. Después de la experiencia agobiadora con el modo de prosar que tiene Laura Esquivel, es un consuelo encontrar a quien, como este autor maneja no sólo con decencia sino con la finura su instrumento. En ocasiones, aceptamos algunos de los cuentos de Monsreal porque la prosa los eleva por encima del lugar común. Leemos “No sabía cómo lo supe muy poco después que la esperanza es sólo un modo de encanallar los días venideros” y nos sentimos en un discurso donde las palabras se adensan en significado, y no en baratas filosofías domingueras. O compartir con uno de los personajes que una mujer puede ser “ella, ojos donde estoy a salvo, ojos en que me complemento”.
El libro de Agustín Monsreal se deja leer con mucha facilidad, aunque ello no quiere decir que sea fácil. Se deja leer con facilidad porque todos los elementos descritos a lo largo de nuestra nota se entretejen para crear una propuesta cuentística divertida, pero sin concesiones indebidas al lector.
Publicado en “Sábado”, Suplemento de Unomásuno, 16 de diciembre de 1995.
Compilado en Universo Monsreal, antología de cuentos y crítica varia sobre la obra de Agustín Monsreal, por Celia Pedrero, Cultura Servicios/ Instituto de Cultura de Yucatán/ Ayuntamiento de Mérida, 2009, pp. 146-147.