Nacieron en la década de 1960, dos de ellos en la Ciudad de México, pero sólo para retornar a Cintalapa y Tapachula, la tierra de sus padres.
Fue la época del rock y de las ganas juveniles de libertad y fraternidad que terminó con la matanza del 2 de octubre de 1968 ordenada por el sátrapa Gustavo Díaz Ordaz.
La casa del poeta, en Chiapa de Corzo, pasó del quinqué y la radio a la luz eléctrica y a la televisión en blanco y negro, de la inocencia de los pies descalzos a la obligación del calzado escolar. Más tarde, escribiría: “Los días están llenos de espanto. Sal y agua es el dinero. Hasta aquí no llega el ruido del mundo, y sin embargo los zopilotes no dejan de volar nunca sobre nuestras cabezas.”
Chiapas, en los sesenta, era casi una isla. Pero llegaban a través de la radio las novelas de la capital, las canciones rancheras y las noticias del mundo exterior. Para leer, además de los cuentos clásicos infantiles en accesibles ediciones ilustradas, abundaban los cómics de todo tipo, como Kalimán, Lágrimas, risas y amor, Memín Pinguín o El viejo. La otra lectura, para las familias pobres, llegaría hasta el ingreso a la educación formal.
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La poesía de los autores incluidos en esta antología se nutre, como es natural, de las voces −mexicanas y de otros países− pasadas y presentes, de sus experiencias personales y de su entorno e, incluso, de la música que creció con ellos o que descubrieron en la adolescencia; nada es prescindible, todo sirve para la expresión poética, a nada hay que decir no.
El gusto por el juego de palabras, por la imagen en lugar de la cada vez más en desuso metáfora, por la sencillez o el barroquismo, sin olvidar el cultivo del soneto, según el caso, caracteriza a este grupo de poetas que no cesa de escribir, ni publicar, ni participar en la vida literaria y que, con su varia obra, ha enriquecido la tradición poética de Chiapas.
Uberto Santos, Roberto Rico, Israel González, Beatriz Muñoz Morales, Adolfo Ruiseñor, Elda Pérez Guzmán, Chary Gumeta, Gustavo Ruiz Pascacio, Eduardo Hidalgo, Gabriela Balderas, Juan Carlos Bautista y Yolanda Gómez Fuentes, son los poetas seleccionados como dignos representantes de su generación, la de los sesenta.
En la poesía de Juan Carlos Bautista e Israel González, su voz se ha impuesto a la autocensura y a la censura y discriminación reinantes cuando de abordar el tema de la experiencia homosexual se trata.
Lo social se expresa de manera contundente e ingeniosa en la obra de madurez de Chary Gumeta.
La celebración del cuerpo y el deseo y los problemas de la pareja asoman sin complejos en los poemas de Beatriz Muñoz Morales, Elda Pérez Guzmán, Chary Gumeta, Gabriela Balderas y, como llamarada, en la poesía de Yolanda Gómez Fuentes.
Uberto Santos ha escrito poemas en donde la luz y la naturaleza y la mirada del poeta se transfiguran en más luz, más naturaleza. Sus imágenes y las asociaciones que crea apelan a nuestra perplejidad.
Roberto Rico y Gustavo Ruiz Pascacio nos devuelven con nuevo rostro personajes, objetos y paisajes conocidos. Su palabra se oye, se configura, se busca a sí misma y termina en síntesis deslumbrante.
La poesía de Adolfo Ruiseñor es una lluvia incesante de imágenes que parten de la cotidianeidad y nos regresan a ella pero con otra piel, con otros ojos.
Eduardo Hidalgo, finalmente, representa la experimentación paciente y profundamente labrada, la inclusión de nuevas maneras de presentar el poema recurriendo, por ejemplo, a pies de página y notas.
UBERTO SANTOS
(Chachí, Venustiano Carranza, 1960)
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Quién iba a pensar
que de tantísimo correr/
al agua
también le diera sed
y nos bebiera
ROBERTO RICO
(Cintalapa, 1960)
BOCA DEL CIELO
Bebiendo de esta sangre de tortuga, yazgo en el suriano
lienzo de rendición que es la hamaca: Deseo voltear y ver
aún solitaria la playa lechosa, los amarajes de la garza tan
diáfanos, que superen de tajo precaria línea del azul
mestizo. Que yo no me dé cuenta que no estás.
ISRAEL GONZÁLEZ
(Chiapa de Corzo, 1961)
SAUCE
El río sube por el tronco del sauce.
El sauce baja por el agua del río.
El cielo baja por las ramas del sauce hasta el río.
El sauce es luz, cielo, río.
El río es cielo, luz:
Sauce en movimiento.
BEATRIZ MUÑOZ MORALES
(Tuxtla Gutiérrez, 1961)
SUICIDIO
Tus besos
−uvas fermentadas−
enloquecen mi corazón
(risa, danza, frenesí
producen).
Acerca tu rostro
a mis manos
que deseo estrujar tu cuello
y gozar del placer
de la muerte.
ADOLFO RUISEÑOR
(Tuxtla Gutiérrez, 1962)
XIX
La ciudad es la misma
la chica de la esquina me hace un guiño
y algo como la podredumbre del día
se me atora en la garganta
Veo carros oficinistas niños perros y borrachos
pero no estás
y la calle está llena de ruidos y tragedias
de gente mordisqueando el pan
entre la escasa hierba
Los periódicos dicen que no podremos
levantarnos
pero es mentira
yo estoy orgulloso de ser un hijo intolerable
y tú ya ves
cómo te desnudas de rápido
cómo lo hacemos sin el menor remordimiento
Fue en mayo pasado
recuerdas
dijiste que no podríamos sobrellevarlo
pero saliste al neón de la luna con los cabellos
manchados de sangre
entonces habrías oído mi voz cayendo como un grito
como una región inaguantable de dolor
Niña no comprendiste
mi razón de muerte
mi pellejo rendido al metálico de la acera
mientras la ciudad iba tirando
sus primeras monedas
a los mendigos
mientras desde el fondo del pozo mi abuelo
decía:
“tengo un sitio para ti”
Y me imaginé entre la suciedad de la esquina
medio muerto de frío y tu madre diciéndome:
“no toques a mi hija”
Estoy orgulloso de ser un hijo insoportable
demasiado bien hecho para las cosas malas
o para cuando vienes huyendo de cualquier cosa
y dejas que te acaricie los senos y las nalgas
y nos ponemos a llorar porque no es posible
porque así lo dice la ciudad que son tus padres
y mis padres
la ciudad que es una enorme cloaca
y nosotros estamos hasta el cuello metidos en ella
Desde fuera me veo en la ventana
tomando el desayuno con mi madre
y diciéndole para que no me eche
que he jugado con una Niña a Eva y Adán
en el infierno
Están tocando sus sirenas las últimas fábricas
y yo estoy solo
y me astillo el dedo con un recuerdo
y digo ¡ay!
y te pido que me digas algo
que me digas ¡mierda!
y que te acuestes conmigo a juguetear
dices que sí
y te vas pareciendo menos a la chica de la esquina
meneando el bolso
y te quiero
y te pongo suavemente un dulce entre los labios
y bailamos largamente húmedos
hasta que la tarde irrumpe como una canción muy
triste
Me dejas
dices que vendrán por ti
pero mientes
porque no tienes sitio en dónde estar
más que conmigo lejos
y me pongo a llorar porque viene tu padre
y tienes que ponerte pronto la ropa
y no recuerdas que olvidas algo así como un beso
entre los muslos
Leo la ciudad
un pordiosero detiene el frío entre periódicos
dicen que no podremos levantarnos
pero es mentira
yo estoy orgulloso de ser un hijo de puta
ELDA PÉREZ GUZMÁN
(Tuxtla Gutiérrez, 1962)
PROFECÍA
Con pasos de cangrejo
sepulto tu cuerpo en la arena
polvo es el olvido
y en polvo te convertirás
CHARY GUMETA
(Villaflores, 1962)
Inocencia se llamó
hasta los dieciséis
después
las circunstancias le dieron
otros nombres:
Puta, matona, asesina,
Viuda Negra, Celeste, Verónica.
Sólo su alma conservó el verdadero.
GUSTAVO RUIZ PASCACIO
(Tuxtla Gutiérrez, 1963)
ANTE EL ESPEJO
XII
De madrugada el espejo es insalvable.
A madrugada huelen los faroles de las plazas públicas.
A rizo de ángel, a gota de demonio.
Sólo el espejo nos lleva la cuenta de los días;
Sólo su aroma llevamos en el cuerpo.
A madrugada, detrás de los faroles,
a rizo de ángel, a gota de demonio,
siempre el espejo nos guarda su aroma, su insalvable
fragancia
nos acerca los mares: para cuando la tarde un tigre se
levante.
EDUARDO HIDALGO
(Huixtla, 1963)
CAMINO REAL
Ya no es extraño encontrarme en una calle donde el sueño
viene rodando en sentido contrario.
Lo extraño es ver lo etéreo pasar de largo,
lo extraño es estirar la mano llena de adioses,
no querer subirme.
Lo extraño es ese impulso de arrojarme al paso
de un largo camión real.
GABRIELA BALDERAS
(Tapachula, 1963)
CHIAPA DE CORZO
Enero reverdece la leyenda
y en los templos esparce
juncia y sahumerio.
Mezcla el sudor de cirios, de cuerpos,
de plegarias entre las flores.
El sol es patrón
con montera de rayos
oprime rostros de madera,
ordena al viento más antiguo
agitar las sonajas del follaje.
Por las calles, en el torrente danza
una procesión de arco iris
ebrios que bajo el tul del cielo
ensartan flores de la carne.
Sobre las aguas del Grijalva
jaguares de Bengala
graban la visión del adversario.
JUAN CARLOS BAUTISTA
(Tonalá, 1964)
Y fue allí,
enmedio del ruido interminable,
bajo la cruz mugrosa
y entre el olor picante de la cerveza y los orines,
en esa vuelta y vuelta
que uno quiere incendiar
y que no prende,
en donde yo,
yo misma que no sabía lo que era,
Yo perra Yo ladrona Yo delatora.
Yo, ese muchacho
Sumergiéndose en el Ganges
entre cadáveres y mugre,
entre amantes desnudos y gente que esperaba a Dios.
Y la mirada en los reflejos del agua
nadando entre peces viriles.
Y el cielo, el cielo verdadero,
cayendo sobre la esquina de mi
cuerpo.
Yo, enamorado de esa soledad enamorada de su hora.
Estatua ruinosa.
Viejo joven que se rinde por desesperación.
YOLANDA GÓMEZ FUENTES
(Tapachula, 1964)
LETANÍA DE LA SERPIENTE
Señor de la oscuridad ilumíname
Con tu inclemencia cobíjame
En tu infierno consume esta carne
Para tu perversión conviérteme en consuelo
Con las sangrientas manos de Caín inmólame
No apartes de mí la tentación
Con lascivia aviva este ardor
Señor de la concupiscencia recibe esta alabanza
Que la blasfemia fortalezca mi fe…
Desde que la mujer y yo somos una
Aguardamos sólo maldiciones.
*De la antología Voces de Chiapas. Poetas de los sesenta, México, Trajín, 2019, 1ª edición. Selección y presentación de Israel González.
Israel González (Chiapa de Corzo, Chiapas, 1961). Realizó estudios de licenciatura en Letras Latinoamericanas en la Universidad Autónoma de Chiapas y de maestría en Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM. Es profesor de educación primaria por la Escuela Normal Rural Mactumactzá. Impartió clases de literatura, de septiembre de 1986 a febrero de 1990, en el Área de Humanidades de la UNACH. Ha coordinado talleres de creación literaria. Ha sido profesor de literatura en diversas instituciones públicas y privadas de nivel medio y medio superior. Ha publicado en diarios y revistas de circulación nacional.
Formó parte, entre otras, de las antologías Poetas de Tierra Adentro, III; Árbol de muchos pájaros; Animales distintos, muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos nacidos en los sesentas; La piel y su poesía y Universo poético de Chiapas.
Ha publicado los siguientes títulos de poesía: Juego nocturno, Adán sin paraíso (2ª edición, versión electrónica, 2009), Agua en reposo, Hojas volantes, Lunas áridas, Callejón con salida al mar, Dicha tuerta, Circuito descompuesto, Río cósmico, Poema vegetal, Pintura oral, Del Río Sabinal y otras aguas, Poemas sueltos, Los mampos, Un hombre de a pie, Poemas de la canícula y Los días enfermos.
Además de poesía, escribe ensayos y relatos breves.
Es profesor de Lengua y Literatura en la preparatoria José Revueltas del Instituto de educación Media Superior del Distrito Federal.
Colabora para el blog de Trajín literario con la columna de cine y literatura Travelling.