Canción del inmigrante

por Gabriela Balderas

Para Sarah Rafael García

Los inmigrantes son difuntos,

cruzan de una muerte a otra,

sueñan con ordeñar la luna,

pero despiertan en el espanto

bajo la cicatriz amoratada del cielo.



Los inmigrantes se tambalean

en tierras de fiebre y aventura,

hierve el aire y los torna cenizas

entre los insepultos.



Pero vuelven más caravanas de pájaros,

montan sobre La Bestia desbocada,

cargan a sus espaldas una colmena.

¿Qué de aguijones los recuerdos?



La Bestia los escupe,

yacen degollados sobre los rieles:

palomas, cenzontles, golondrinas.

¿Cuánta esperanza desmembrada?



¿A dónde los que llegan?

Serán carne para los buitres armados,

porque La Bestia no solo es un tren

y su bufido de muerte.

La Bestia es el coyote que los lleva;

la Bestia son los que les violan y secuestran;

la Bestia es el desierto que los cuece;

la Bestia es el camión que los hacina;

la Bestia es el odio y el racismo;

la Bestia es el de la nariz ganchuda,

desgarra su nación y las de otros.

La Bestia los persigue con su jauría de leyes.



Los inmigrantes son difuntos,

 elevan plegarias porque Dios no necesita green card.



¿Cuántos inmigrantes mirarán la estatua de la libertad?,

pero ahora coronada de espinas.



Las fronteras son una ficción.

Si no son ilegales las nubes,

menos las aves que huyen

de ser pasto para el machete del crimen.

Bajo este sol injusto

son perseguidas como criminales.



Los inmigrantes son un solo espectro y su silencio los acompaña.



¿Cuántos muros les quedan por vadear?

Un muro es otro idioma,

un muro es ir desnudos de identidad.

¿Cuántas hojas de vida tendrán que imaginar?

Ser personajes nuevos cada día

y arroparse con nombres que se olvidan.



¿Cómo sobrevivir al duelo de nuestras raíces a lo lejos?

Andar  como una rama pelona y extranjera.



Aquí, los huérfanos de patria todavía no existen.

Allá, empiezan a borrarse.



Los inmigrantes son difuntos,

a veces inaudibles,

pero su canto desplumado

hoy se posa en estas líneas.

 

GABRIELA BALDERAS. Nació en la Ciudad de México, el 31 de octubre de 1963. Vivió su infancia y adolescencia en Tapachula, Chiapas. Desde 1984 vivió en la Ciudad de México y desde 2017 reside en Santa Ana California, Estados Unidos. Poeta, promotora cultural, editora y docente. Estudió la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la ffyl. Fue jefa de prensa de la Casa del Poeta; cofundadora y coordinadora editorial de la revista Hojas de Utopía; jefa de eventos especiales de la subdirección de acción cultural del issste y coordinadora cultural del Centro Cultural San Ángel. Colaboradora de revistas y suplementos culturales como Arena, Blanco Móvil, Castálida, Cultura Sur, El Centavo, El Cielo de las Serpientes (La Paz, Bolivia), El CocodriloEl Dominical, El Gallo Ilustrado, Generación, La Revista de las 3 Américas (Québec, Canadá), Los Universitarios, Parva, Periódico de Poesía, Punto de Partida, Revista de Literatura Mexicana de Cultura, Ruptures, Sábado y Tierra Adentro. Becaria del CME 1990-1991. Becaria del programa de Jóvenes Creadores del foeca-Chiapas 1996-1997 y del fonca en el mismo programa 1997-1998. Ha publicado Estaciones del viento, FETA, 1992 y Ojo del corazón, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2007. Parte de su obra se incluye en las antologías Eco de voces (Generación poética de los sesenta), Arlequín/fonca/Sigma Servicios Editoriales, 2004; Las flores de la dicha, Planeta, 2003; Poésie mexicaine du XXe siécle, Patiño, París, 2003; Poetry Inside Out: The Best of 2003, Center for Art in Translation, San Francisco, 2003; En el rigor del vaso que la aclara el agua toma forma, Resistencia, 2001; Árbol de muchos pájaros. Antología de poetas chiapanecos del siglo XX, uaem/La Tinta del Alcatraz, 2000; entre otras. Sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués y francés.

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