La crucifixión. La obra de Fernando Botero se expone en museo de Viena

La pasión de Cristo

por Felipe Gaytán Gaytán

Durante el primer siglo que siguió a la muerte de Cristo, su imagen fue prohibida y sus seguidores perseguidos, para su representación los cristianos se valían de un pescado, una oveja o un ojo. Fue hasta la subida de Bizancio al poder en Constantinopla, cuando se oficializó la religión y se permitió su imagen.

Cristo Pantocrator, Santa Sofía, Constantinopla, Estambul.

          Una de las primeras imágenes que tenemos del Mesías es el “Cristo Pantocrátor”, de Santa Sofía, Constantinopla, hoy Estambul en Turquía. Es una imagen realizada en mosaico, lo vemos bendiciendo con la mano derecha y con la izquierda sosteniendo los Evangelios. A partir de esta representación, prácticamente todos los pintores desde aquel entonces hasta la actualidad lo han pintado, cada una de las escenas de los Evangelios han sido representadas en óleos, grabados y frescos.

          Durante la Edad Media a través de una guerra de imágenes, la Inquisición y la Iglesia cuidaron su recreación, a través de rasgos, ropa, color, composición y tamaños de los cuadros. Para este pequeño texto he escogido unos cuantos ejemplos, que creo más representativos, a partir del Renacimiento, y parto de la “Lamentación sobre Cristo muerto”, de Andrea  Mantenga, de 1474, en donde vemos al Mesías tendido sobre una losa de mármol mientras su cabeza descansa sobre una suave almohada, lloran su muerte María, Juan el evangelista y María de Magdala,  es un escorzo fallido, sin embargo es uno de los primeros intentos científicos de la perspectiva, el drapeado está bien logrado, poniendo énfasis en sus genitales.

Lamentación sobre Cristo muerto, Mantegna, c. 1474.

          Leonardo da Vinci lo retrató varias veces, el primero que encontramos es “El bautismo de Cristo”, cuadro realizado a los 11 años, de una factura fina, vemos a “Juan el Bautista”, vertiendo sobre su cabeza el agua que le da su nombre, sobre su cabeza el espíritu santo y las manos de Dios padre. La segunda pintura es el fresco de Santa María de Gracia, conocido como “la última cena”. Otro dato importante es que a éste genio del Renacimiento se le atribuye “el Manto de Turín”. Durante la edad media circularon por lo menos 40 lienzos, este es uno de los que sobrevivieron, se cree que tuvo su origen en Turquía en el 1,300  y que pasó por diversas manos hasta llegar a Leonardo da Vinci, quien perfeccionó la imagen con el sudor, la grasa  y sangre de un hombre muerto y torturado, dejándola tal y como ahora la conocemos  y que se puede visitar en  la catedral de San Juan Bautista, en Turín.

El bautismo de Cristo, Leonardo da Vinci.

          Otro Cristo que me conmueve  es el que está retratado en el óleo “Crucifixión”, de  Mathías Grünewald, pintado entre 1512 y 1515. Verdoso, lleno de moretones,  llagas y pus producto del tétano, surcado por picaduras de pulgas y  retorcido de dolor. Ha muerto y su cabeza caída ha provocado que su corona de espinas se encaje sobre su tórax. A su lado se ha desmayado María en brazos de Juan Evangelista, y María Magdalena de rodillas súplica ante su cuerpo con sus manos retorcidas de dolor, otro personaje que aparece es Juan el Bautista con los Evangelios, apunta hacia él. La obra fue creada para el monasterio de Isenheim, que al mismo tiempo era hospital especializado en lepra y otras enfermedades cercanas.

          El siguiente óleo excepcional es “El cuerpo de Cristo muerto en la tumba” de Hans Holbein, el Joven, es la representación de un ser aislado, sin salvación, con el rostro verdoso y las manos crispadas, muerto, abandonado por Dios padre y sin promesa de salvación. Es un Cristo que no invita al rezo, los mismos fieles lo abandonan. La obra fue pintada entre 1521 y 1522, y utilizó como modelo al cadáver de un hombre ahogado flotando en el Rin.

La Última Cena. Leonardo da Vinci

          De 1519, tenemos “La transfiguración de Cristo” de Rafael Sanzio, fue la última obra de este gran pintor, que muere ese mismo año en Francia. La escena plasmada ocurrió un año antes de la Pasión, en el monte Tabor, a donde Jesús invitó a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan para que vieran su transfiguración que significa amor y salvación. La imagen central está flanqueada por los profetas Elías y Moisés, abajo entre penumbras aparece una mujer con un hijo poseído y que pide a los demás apóstoles le saquen el demonio, pero la acción de la transfiguración lo impide en esos momentos.

El manto de Turín.

          A partir de aquí nos vamos al siglo XVII, con “La incredulidad de Santo Tomás” de Caravaggio, es un trabajo donde se acentúa la escena prosaica con Santo Tomás quien introduce sus dedos en la llaga de Jesús para comprobar que ha resucitado. Otro de sus cuadros que tocan el tema de la resurrección es “Los discípulos de Emaús”. Yendo sus discípulos  rumbo a Emaús, Jesús aparece y se sienta con ellos a la mesa para compartir el pan, ante la perplejidad de ellos que no pueden comprender que es el Mesías que ha regresado de la muerte.

          Rembrandt, Rubens y Veermer también tocan el tema, con los gustos de la época, Rembrandt coloca personajes vestidos como árabes rodeando a Jesucristo, Rubens con cielos encrespados y escorzos sorprendentes, mientras que Veermer lo pinta dialogando con mujeres bretonas.

Crucifixición, Mathaeus Grünewald.

          En 1788 el Cabildo de Toledo le encarga a Francisco de Goya un lienzo para la sacristía de la catedral,  “el Prendimiento de Cristo”, el pintor realiza un boceto de la escena nocturna iluminada por antorchas, con colores vibrantes, luminosos, que nos recuerdan el impresionismo y el posimpresionismo, de esta manera Goya se adelanta a su época.

          Casi un siglo después, en 1889, encontramos «El Cristo amarillo» de Paul Gauguin, con él comienza la interpretación libre de la imagen de Jesús, incluso es una blasfemia para muchas mentalidades conservadoras ver un Cristo amarillo.

          A principios del siglo XX, en 1914, podemos localizar otra pintura interesante  “Nuestros dioses, La Coatlicue”, del mexicano Saturnino Herrán. Aquí el pintor ha incrustado la imagen de Jesucristo en la cruz al monolito que simboliza la cosmogonía y el orden del universo mexica. De esta manera Herrán interpreta la identidad nacional, que es una mezcla que da al mestizaje, adelantándose al muralismo mexicano de la siguiente década,  en México.

          De 1943, “Cristo destruye su cruz” de José Clemente Orozco, óleo sacrílego, Cristo ha bajado de la cruz y la destruye, de nada ha valido su sacrificio, se ha quitado la corona, ha quemado las sagradas escrituras y con todo esto destruye el orden establecido.

AUTOR: Hans Holbein, el Joven (1497/98 – 1543)
TÍTULO: El cuerpo de Cristo muerto en la tumba
MEDIDAS: 30,5 X 200 cm
TÉCNICA: Óleo sobre tabla
FECHA: 1521
UBICACIÓN: Museo de Bellas Artes de Basilea.

          En 1951 “El Cristo de San Juan de la Cruz” de  Salvador Dalí, basado en el único dibujo escorzado que se le conoce a San Juan de la Cruz, vemos a un Cristo en picada sobre la playa de Cadaques, España donde siempre vivió el pintor,  con pelo corto, no está clavado.  En 1954 vuelve al tema con “Cristo cúbico”, o “Corpus hypercubicus”, Dalí crea una cruz de 8 cubos adosados, basándose en Juan de la Herrera, el arquitecto del Escorial, de esta manera propone el cubo como piedra filosofal de la iglesia católica. Nos presenta a un Cristo que no tiene heridas en las manos ni en el costado, no trae corona de espinas, tiene el pelo corto y está flotando sobre la cruz. Abajo Gala representa a la Virgen María que se sufre ante su hijo. Un año después, en 1955, regresa al tema y pinta “El sacramento de la última cena”, donde utiliza como composición, un cuerpo platónico,  el dodecaedro para reflejar la habitación donde están sentados los protagonistas, y de esta manera simbolizar a los doce apóstoles, al centro Cristo quien tiene el rostro de Gala y sobre él, un torso desnudo en señal de crucifixión.  

La transfiguración de Cristo – por Rafael Sanzio.

          En 1933, Francis Bacon pinta “Crucifixión”, con unos cuantos pincelazos retrata a una humanidad doliente, destripada, en 1944 regresa al tema con “Tres estudios de figuras al pie de una crucifixión”, seres que gritan, que sufren de quienes se trata ¿de María, de la Magdalena, de San Juan Bautista, o de Juan el evangelista? Son seres irreconocibles, masacrados.  Adefesios realizados durante la Segunda Guerra Mundial.  

Incredulidad de Santo Tomás. Caravaggio.

          En 1984-5, se realizó una exposición de dibujos y grabados en el Museo de Arte Moderno de México, del autriaco Alfred Hrdlicka, en sus obra sobresalía un pequeño grabado “La última cena de Leonardo da Vinci, restaurada por Pier Paolo Pasolini”,  en el aguafuerte vemos a Cristo borracho y a los doce apóstoles en una orgía homosexual masturbándose. Obra que a mí me gustó y retomé en una paráfrasis que pinté en 1985.

 

          El último de los pintores que ha retomado el tema de la pasión es Fernando Botero, a lo largo de su vida a retratado Cristos  voluminosos, exuberantes, inflados, que denominamos  comúnmente “gordos”, Botero al igual que los artistas del siglo XX, coloca a Jesús en un ambiente actual, golpeado por policías y soldados, crucificado no en el Gólgota, sino teniendo como fondo la ciudad de Nueva York.

Michelangelo Merisi. Il Caravggio. Los discipulos de Emaus
La elevación de la cruz, Rembrandt
Crucifixión de Rubens.
Prendimiento de Cristo > Francisco de Goya. 1798 Lienzo. 0,40 x 0,23 Museo del Prado, Madrid.
"El Cristo amarillo", Paul Gauguin
Nuestros dioses, La Coatlicue, Saturnino Herrán.
Cristo destruye su cruz, José Clemente Orozco.
El Cristo de San Juan de la Cruz, Salvador Dalí.
El único dibujo conservado de San Juan de la Cruz
Cristo cúbico, Dalí. Crucifixión, Corpus hypercubicus
El sacramento de la última cena, Dalí.
Crucifixión, 1933.
Crucifixión, 1950.
Tres estudios de figuras al pie de una crucifixión, Francis Bacon 1944.
Fragmento de la “última cena”.
La crucifixión. La obra de Fernando Botero se expone en museo de Viena
La pasión de Cristo.
La pasión de Cristo.
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